Al ser un trastorno reconocido, se ha secuenciado las conductas que describen como un narcisista capta a su presa y como abusa de ella. Siendo como un patrón general del modus operandi del perverso narcisista, permitiendo así detectar a una persona tóxica.
Primero, a la hora de buscar a esa persona como cualquier depredador busca a su presa ideal, la más empática para manipularla lo mejor posible. Como en el cuento de caperucita, el lobo se acerca a la niña disfrazado de abuela para seducirla. La primera etapa consiste en la fase de seducción, se va a mostrar como una persona maravillosa, genial, el narcisista se convierte en lo mejor que le está pasando en su vida, de forma a que la vea como una persona especial y brillante, va hasta hacerse indispensable. En paralelo, va a hacer que su víctima se sienta importante, no porque sea importante sino porque tiene suerte de que una persona tan brillante se interese en él o ella.
Lo que le permite en una segunda fase paralizar a su presa, como ejerciendo una fascinación sobre su víctima, impidiendo que pensara por ella misma. Entonces, solo es capaz de pensar, sentir por su narcisista, hacer algo solo bajo su consentimiento, cayendo en un mundo donde solo esta persona tóxica cuenta. Como un bicho atrapado en una tela de araña, se ha sometido a una total manipulación, metiéndole en la cabeza que es la única persona que necesita en su vida.
Ya que tiene tal control de su presa, pasa a la tercera fase que es el aislamiento social, llevándole a cortar sus relaciones con amigos y familiares. Queriendo, por un lado, ser la única persona amada y admirada, pero, por otro lado, y sobre todo para poder destruir la psicología de su víctima, una dinámica de la que se alimenta.
Para ello, tiene dos maneras de hacer, una es de forma directa ordenando que dejara de ver a sus amigos, criticándoles, haciéndole pensar que son malos amigos a través de mentiras, llevándola a no querer contactar con ese amigo que tan mal habla de ella en sus espaldas. El PN se hace entonces más importante y con más poder, no queda nadie para aconsejar a la persona sobre lo que pasa en su vida.
Otra manera, que ocurre en paralelo, es de aislar a su caperucita haciéndose pasar por una maravillosa persona frente a sus amigos y familiares, seduciendo a los demás por su bondad e inteligencia, para luego crear conflictos y hacerles pensar maldades de su víctima, contando mentiras que pueda decir de ellos a sus espaldas. Que sea de una manera u otra, quiere quedarse solo en la vida de su víctima, para pasar a la siguiente fase, la más dolorosa y larga, la descalificación.
En esta cuarta, y última fase, el PN desinforma, critica, infantiliza, despersonaliza, insulta a la otra persona ejerciendo un caos emocional sobre ella constante. Su objetivo es oscuro y sencillo, hacerle pensar que es una persona fracasada, diciéndole que no vale nada, que no es capaz de nada, que nunca hace las cosas bien. La persona narcisista graba en la mente de la otra sobre su propia psicología fracasada. La manipulación es tal que llega a agresiones verbales y físicas, agresiones justificas por el narcisista a través de mensajes como, “ves lo que me obligas a hacer”, “todo es tu culpa”, “a parte de mí no tienes a nadie en tu vida” … Cada PN tiene las suyas de predilección. Hace críticas sobre sus competencias, su físico, sus capacidades psicológicas, su imagen.
En el caso de rebelarse, porque ya no se puede más de tanta presión y agresión, como todavía queda por demostrar la perversión en su comportamiento, el narcisista reacciona haciéndose pasar por la víctima, se entra entonces, en una violencia de culpabilidad, recogiendo toda la culpabilidad de su víctima que tenía por el descoloque psicólogo que le ha creado, haciéndola pasar por la única y verdadera responsable de la situación con frases tipo, “has visto lo que me has hecho hacer”, “has visto lo que me dices”, “con todo lo que me sacrifico por ti”… ¿Os suena, me imagino que sí, da escalofríos, verdad? La víctima se siente entonces culpable, cuando quería rebelarse contra algo lógico. ¡Ya se ha rizado el rizo!
Y como un vampiro se nutre de la sangre de su víctima, el perverso narcisista se nutre de la dominación que ejerce sobre su víctima, nutriéndose de las depresiones emocionales que genera en el otro, respirando para destruir al otro, siendo el mismo dependiente de su víctima y asegurarse de su control para no caer en su propia demencia.
Todo ello crea en la víctima una confusión terrible, en la que se pregunta si no es ella que no es normal, si no es ella que se vuelve loca. La persona ya no es capaz de saber si la situación es normal, si no es ella que tiene un problema, creando una pérdida de confianza y un estrés permanente con grandes consecuencias físicas y psicológicas, un tema que abordaré en otro post.
Pienso que lleva bien su nombre, y no repetiré suficientemente, una vez que uno o una ha identificado que está en una relación tóxica lo primero es salir, reconectando con amigos y familiares, buscando apoyo.